martes, 27 de mayo de 2025

Bienvenidos.

Damas y caballeros, permítanme unas presentaciones antes de comenzar: a vuestro servicio Sempiterno y LAlighierina. Somos dos escritores nóveles que cultivamos la literatura fantástica desde hace ya unos pocos años, tanto relatos breves como nuestros grandes proyectos; todo ello lo podréis ir descubriendo aquí.

Os damos un cordial saludo y os invitamos a adentraros en este mundo creado exclusivamente para vosotros, los lectores. "La leyenda extinta" es un espacio donde encontrareis una amplitud de relatos por parte de cada uno de los autores y, poco a poco, según vayamos avanzando iremos añadiendo temas nuevos e interesantes a tratar: desde curiosidades de los propios escritores hasta debates sobre libros o adaptaciones cinematográficas en las que podréis participar. Queremos que esto no sea un simple blog de literatura, donde solo entres a leer un rato; nuestro objetivo es hacer llegar esta cultura al mundo, así como nuestra opinión sobre diversos temas relacionados, siempre manteniendo al lector en contacto con el autor.
Iremos enseñando algunos de nuestras ideas más ambiciosas para que las critiquéis y nos ayudéis a mejorar como literatos; también nos iremos enzarzando en nuevos retos personales o aceptando algunos que vosotros propongáis. 

Por todo esto os pedimos ayuda para que el blog crezca y se expanda.
Esperamos que haya quedado claro el funcionamiento y, sobre todo, que os haya interesado después de esta parrafada.


Ya solo nos queda daros la bienvenida a "La leyenda extinta".

sábado, 6 de septiembre de 2014

Canción de Cuna (I)

Cayó sobre el suelo de mármol, frío y blanco. Un grifo había quedado abierto, y las gotas al caer marcaban el tiempo como un metrónomo.
Se sentía como una canción de cuna inacabada. Las corcheas caían de sus ojos;  pequeños riachuelos negros manchados con sombra de ojos y rímel. Sentía en el corazón lo mismo que cuando se le quedaba la pierna dormida, le dolía a cuchilladas con cada uno de los latidos acelerados. Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la pared.

Quería dibujar un pentagrama de caricias en su espalda, formar una clave de sol entre sus brazos, escribir con él una melodía de besos. Quería gritar, romper los silencios que manchaban su fantasía. Acelerar el compás. Quería crear con él un mundo menos frío, cubierto de gotitas de pintura en el parqué. Con su risa de banda sonora en una sinfonía interminable.
Pero nunca sería la balada que él entonaría. Su compositor la había olvidado en un cajón; un papel arrugado lleno de tachones.

Escondió la cabeza entre las manos cuando alguien abrió la puerta y entró en el baño. Él se sentó a su lado y pasó un brazo por encima de sus hombros, atrayéndola hacía su pecho. Olía como las notas agudas de un piano.

Rompió a llorar más fuerte.
 

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