sábado, 6 de septiembre de 2014

Canción de Cuna (I)

Cayó sobre el suelo de mármol, frío y blanco. Un grifo había quedado abierto, y las gotas al caer marcaban el tiempo como un metrónomo.
Se sentía como una canción de cuna inacabada. Las corcheas caían de sus ojos;  pequeños riachuelos negros manchados con sombra de ojos y rímel. Sentía en el corazón lo mismo que cuando se le quedaba la pierna dormida, le dolía a cuchilladas con cada uno de los latidos acelerados. Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la pared.

Quería dibujar un pentagrama de caricias en su espalda, formar una clave de sol entre sus brazos, escribir con él una melodía de besos. Quería gritar, romper los silencios que manchaban su fantasía. Acelerar el compás. Quería crear con él un mundo menos frío, cubierto de gotitas de pintura en el parqué. Con su risa de banda sonora en una sinfonía interminable.
Pero nunca sería la balada que él entonaría. Su compositor la había olvidado en un cajón; un papel arrugado lleno de tachones.

Escondió la cabeza entre las manos cuando alguien abrió la puerta y entró en el baño. Él se sentó a su lado y pasó un brazo por encima de sus hombros, atrayéndola hacía su pecho. Olía como las notas agudas de un piano.

Rompió a llorar más fuerte.

jueves, 28 de agosto de 2014

La noche en Berlín II

Pasé los días siguientes deambulando por las estrechas y sinuosas callejuelas de aquella Berlín dividida, hasta que la debilidad de aquel cuerpo infantil empezó a agravarse. Apenas había probado bocado desde el incidente. El sentimiento de venganza me alimentaba, me guiaba, me permitía seguir vivo en un mundo destrozado y carente de sentido; pero empezaba a cruzar los límites de la inanición.

A regañadientes me obligué a volver a casa después de una búsqueda nada fructífera, al menos para coger un poco de comida y tomar el camino de una nueva vida, la vida del vagabundo. Cuando estaba a pocos metros de la entrada vi que unos cuantos hombres salían de dentro, parecían policías, era lógico, pero no caí en la cuenta de aquello hasta que lo tuve delante de mis narices. Decidí ir por la parte de atrás, mi casa gozaba de un amplio jardín, pocas casas lo tenían. Podría considerarse que eramos afortunados, una familia adinerada gracias al alto, aunque no por ello menos cuestionable, puesto de mi padre en el gobierno de la ciudad. El caso es que el jardín era una zona amplia por la que sería fácil colarse pasando desapercibido.

Al llegar a la parte trasera me asomé por el resquicio de la puerta para ver si había alguien en la cocina. No me sorprendió lo que vi, sino lo que comencé a sentir. Separé poco a poco la mano del marco y la giré para contemplar con terror aquel líquido rojo que resbalaba viscoso y goteaba contra el suelo. Al apartarme sobresaltado me di cuenta de que todo estaba lleno de aquel liquido, era una visión espeluznante.

Me aventuré al interior de la vivienda. Ya en su interior oí voces que provenían del salón. Llegué, observé y escuché desde el umbral.

-         -Otra víctima más en el mismo lugar. Ya van tres contando con la mujer.
-
-        -  Mis hombres no quieren seguir vigilando esta zona- comentó una segunda voz-. Les he mandado a sus casas, ahora está solo.

El primer hombre hundió el rostro entre sus manos y alzó la mirada hacia donde me encontraba. Al distinguirme entre las sombras esbozó una pequeña sonrisa de suficiencia.

 - Mira quien tenemos aquí, eres el pequeño Raynald, ¿verdad? Nos preguntábamos donde te habías metido.

Se hizo un silencio tenso que el mismo se encargo de romper.

-          -Vamos acércate- dijo haciendo un ademán con la mano, invitándome a entrar en mi propio salón.

Al cruzar el umbral la luz de la habitación me inundó los ojos. Reconocí al segundo hombre, era el jefe de policía, un hombre con un cuerpo que era el vestigio de la fuerza que había gozado en su juventud y un bigote imponente que hacía juego con su cara de pocos amigos. El otro, el de las palabras “amables”, era un completo desconocido. Aun así no era ninguno de los dos hombres el que atraía mi atención sino un tercero que se encontraba tumbado en el sofá, con la mirada perdida y la piel más pálida que había visto jamás.

-        -  ¿Dónde está tu padre, chico?


-        - Ich möchte auch wissen.

sábado, 16 de agosto de 2014

La noche en Berlín I

Me llamo Raynard Müller y nací en Berlín en 1964, una ciudad dividida 3 años antes. Vivía con mi familia al este del gran muro. Mi padre trabajaba para el gobierno soviético y me inculcó su ideología desde que era un chiquillo, aunque yo deje de ser influenciable muy pronto para su descontento. Muchos alemanes le consideraban un traidor a su patria y yo empecé a preguntarme el porque a una temprana edad.

Una noche, el día de mi décimo cumpleaños, volví a casa un poco más tarde de lo habitual porque mi madre me había dejado quedarme a jugar al fútbol con uno de mis mejores amigos. Volvía muy contento y lleno de barro como siempre, sabía que se iba a poner hecha un basilisco peroaquella noche no me importaba. Cuando llegué a casa todo estaba muy silencioso, era rarísimo, mis padres eran dos personas que se pasaban el día discutiendo y que se hablaban gritando para cualquier cosa. Mi madre era una persona muy buena y tranquila, mi padre era el único que conseguía sacarla de sus casillas, aunque era un don que no solo desarrollaba con ella, solía poner de los nervios a casi cualquier persona con la que hablaba; otra de las razones para que no gozara de mi simpatía. Fui a la cocina y vi la cena preparada, pero aún no había aparecido nadie para recibirme. Cogí el plato y me dirigí a la mesa del salón para sentarme a esperar a mamá. Cuando entré no pude evitar que el plato resbalase de entre mis dedos y cayese haciéndose añicos contra el suelo y esparciendo su contenido en todas direcciones. Pasé un largo rato allí de pie sin poder dar un solo paso. En cuanto mis músculos volvieron a funcionar corrí hacia el cuerpo inmóvil de mi madre, me puse de rodillas y la abrace sin saber que sentir en mi interior, me apoye contra su pecho y entonces las lágrimas empezaron a caer por mi mejilla sin control. Unos gritos desgarradores salieron de mi garganta mientras lloraba desconsoladamente sobre el cuerpo inerte de la mujer mas importante de mi vida, la suplicaba que me hablara, que volviese a llamarme “meine kleine” con su suave y dulce voz. Pero jamás volvió a pronunciar una sola palabra.

Poco a poco, mientras mis lágrimas empapaban el pálido rostro de mi madre, la tristeza comenzó a convertirse en rabia y en odio. Yo sabía que no podía haber otro culpable más que uno, alguien que casualmente no se encontraba allí cuando debería hacerlo. Me fui de casa antes de que llegasen las autoridades pertinentes. Dejando la casa de mi niñez atrás, con 10 años recién cumplidos, me perdí por las calles de Berlín, huérfano y con un único sentimiento, la venganza.


-Ich werde meinen Vater töten.

viernes, 15 de agosto de 2014

Siempre tuyo.

El café estaba empezando a quedarse frío, pero a la señora Lara le importaba.
Todos los martes por la tarde desde hacía tres meses, en mi visita a la residencia de ancianos, me sentaba con una entrañable ancianita de setenta y siete años y alzhéimer que me confundió con su nieto el primer día. Mi trabajo como voluntario allí, aparte de ayudarles a tomar la merienda, consistía en sentarme con ellos y hacerles la compañía que sus familiares no les proporcionaba. Así que a las siete de la tarde, me sentaba en el viejo sofá granate y escuchaba como me contaban sus batallitas. Me fijé por primera vez en la señora de la ventana cuando la señora a la que yo cuidaba me preguntaba por quinta vez si sabía que los tomates eran frutas.
La señora Lara entraba en el salón de las visitas todos los días a las seis y media, a esperar que llegaran sus familiares. Para cuando llegaba, con los apuntes de la universidad a medio guardar en mi desgastada mochila, ella ya estaba frente a la ventana. Diariamente se sentaba en una mecedora con un café solo y un sobre encima de la mesita que tenía delante. Vestía como de luto, con un vestido negro como los que suelen salir en las películas o series de postguerra, unos zuecos también negros y el pelo pulcramente recogido. Después de una hora y media de quietud y de miradas que se perdían a través del cristal, cogía con sus manos encallecidas el sobre y lo abría.  Aquel día lluvioso de Marzo no se había saltado ningún paso de aquel ritual que yo observaba de reojo, sin perderme detalle. Matilde, como se llamaba la señora que cuidaba, aquel día me había llamado papa, y me estaba preguntando que si podía salir a jugar con Nuala, la que fue su perrita de la infancia.
— Me he portado bien. ¿Podré salir?  No se ha vuelto a escuchar ningún bum.
Aquella ancianita me partía el corazón, y más me lo partía que se viese encerrada en un asilo de los años noventa, con olor a humedad, y paredes amarillas mal pintadas.
— Mañana, tal vez.
— ¿Me lo prometes?
— Te lo prometo. — La conteste a sabiendas de que en media hora se le habría olvidado.
Seguí escuchando la descripción que tantas veces había escuchado sobre Nuala, y giré el cuello, olvidándome de lo que el termino discreción significaba, para mirar a la Señora Lara. Se había colocado unas pequeñas gafas de montura negra sobre el puente desviado de la nariz, y había dejado el robre rasgado al lado de la taza fría de café. Intentaba captar todos los detalles que pudiesen desvelarme que eran aquellos sobres que, día tras día, rasgaba, leía y abandonaba en la mesa. Sé que, de haber sido otra persona, al tercer día cuando todos hubiesen salido de la habitación de camino al comedor, habría cogido una de aquellas cartas y habría salido de dudas, pero me había estado controlando. Hasta aquel día.  Esperé pacientemente hasta que el reloj de cuco dio las nueve y entonces acompañe a los ancianos a por su cena. Miré con tristeza las mesas y sillas y me dije que había sido muy generoso llamando a aquella salita destartalada comedor. Di un beso en la arrugada mejilla de aquella que ya consideraba mi propia abuela, y salí por la puerta.
—  Adios Adolfo. Da recuerdos a los niños.—  Que ternura me daba aquella voz quebrada.
Sonreí y levanté una mano mientras salía por la puerta y suspiraba.
Ya de vuelta en la salita, cogí sin que nadie se diese cuenta la carta y el sobre y me fui a casa. En el trayecto por el metro fui barajando las posibilidades de lo que aquello podía ser.  <<Probablemente la carta que un hijo le mande diariamente, con escusas sobre porqué no podrá ir a verla>> Me aseguré para tratar de calmar las dudas y el nerviosismo que casi me hacen saltarme la parada. Llegué y, arrojando las cosas sobre el sofá, me senté. Primero miré el sobre. Estaba hecho de un papel amarillento, muy ligero y que parecía romperse con la mirada. Tamborileé con los dedos en el brazo de la silla. No reconocí el sello.  Ansioso abrí la carta. Estaba escrita a mano sobre un papel de la misma consistencia que el sobre. Leí.  

Lunes 6 de Mayo, 1941 
Querida Maria de la Merced:  Te escribo esto sin saber si te llegará algún día. Aquí en las trincheras todo esta cuadriculado. No nos dejan mandar cartas a nuestras familias informando. Así que tan solo te diré, que esta carta diaria que te escribo me ayuda a conservar las fuerzas y los ánimos, que aquí empiezan a escasear. Sueño con volver a casa, a tus brazos y a tus dulces besos. Espero encontrarte algún día, si no en esta vida, en la siguiente.  
Siempre tuyo.  
Miguel Ángel. 
  
Aquella noche no dormí pensando en las palabras que acababa de leer. Pasé toda la semana deseando que llegase el siguiente martes.  
Entré por la puerta y, tras darle un beso en la mejilla a Matilde, me acerque a la señora Lara.
 — ¿Volvió? — Me miró a la cara y después la mano, donde llevaba su carta.
 — No.
Volvió a mirar por la ventana. No parecía enfadada. Sentía lastima por ella. Tenía los ojos verdes acuosos.
— ¿Qué pasó? ¿Por qué lee estas cartas ahora?  ¿Por qué abre una cada día?
Silencio. Me daba miedo repetir la pregunta.
—  Esas cartas nunca me llegaron, el ejército debía de retenerlas. — Miré por la ventana yo también mientras ella hacía una pausa. No llovía, pero el cielo tenía un color plomizo. — Hace dos años vinieron unos funcionarios, trajeron una caja entera con estas cartas. Todos los días desde entonces, me siento aquí, pido un café como le gustaba a él y espero a que aparezca por aquella puerta. — Vi una pequeña reja negra de metal, que daba a un muro. — Después de una hora y media, cuando ya sé que ese día no aparecerá. Leo la carta que me mandó.
— Aquella puerta da a una tapia. No se puede  entrar o salir por allí.
Giró el cuello para mirarme y esbozo una pequeña sonrisa que lleno su rostro de  todavía más arrugas. Se me paró un momento el corazón, y entonces dijo:
— Entonces ya sabes qué día vendrá a buscarme.  

lunes, 4 de agosto de 2014

Lightbringer

“Se levantará una era de oscuridad eterna, las tinieblas engullirán todo a su paso y solo un punto de esperanza brillara en su centro con una luz cegadora” dicta la leyenda. En esos tiempos la tiranía se apoderaba del mundo y todos ansiaban la llegada del iluminado, aquel que, según la profecía, les libraría del mal que lo asolaba …

-Esos cobardes pagaran por lo que me hicieron, por lo que le hicieron a mi mundo. Llego la hora de la caza, la hora de que todo vuelva a quien le pertenece.- comunicó a sus seguidores.

Avanzo día y noche sin distinguir bien cual es cada uno, para devolver la esperanza al mundo, vengarme de quien lo destruyó y restaurar la gloria de mi reino.

-Es el momento de eliminar este régimen oscuro y encontrar la vida eterna. Yo sé como liberar ese poder, os guiaré.

Me  alimento de luz, un elemento puro. Por cada lugar por el que paso muchos se unen a mí y me siguen como símbolo de libertad y tranquilidad, mientras que el resto sucumbe a la oscuridad que me acompaña.

La luz es mía por legítimo derecho y los propios hombres prueban lo que en mi interior ha acontecido durante siglos. Con todo en mis manos he creado una ciudad donde la esperanza es esquiva, un punto en la ciudad de las tinieblas.


-Yo soy esa esperanza, yo la gloria. Soy el portador de la luz… el ILUMINADO.


lunes, 21 de julio de 2014

Caída o Ascensión

Se despertó con los primeros rayos del crepúsculo y, como cada mañana, sin hacer nada antes, se dirigió a su ventana.

Llevaba años esperando frente a ella a que llegara, eufórica. Cada día era un día nuevo. Siempre cogía su reloj de arena para "controlar el tiempo", vuelta tras vuelta... tras vuelta... y así, con cada grano de arena caído, pasaba el tiempo, sin que ella pudiera detenerlo.

Una mañana al fin le vio a los pies de su ventana, era un chico guapísimo, vestido entero de negro y con una naturaleza que le atraía y, a la vez, le aterraba. Desvió un poco la mirada y, acto seguido, se encontraba allí junto a ella.

Se sentía genial apoyada en su pecho, él la acariciaba y la besaba mientras dormía, nunca se había sentido mejor. Mientras, el reloj había dejado de girar... hace ya mucho tiempo.

miércoles, 16 de julio de 2014

Nieve.

Entro por la pequeña puerta de madera desgastada, y recorro un angosto pasillo apenas iluminado, para llegar a una pequeña habitación de paredes grises. En el centro de la sala hay una pequeña mesa de cristal. Las patas doradas se ven desgastadas, carcomidas por el tiempo, y algo torcidas. Enfrente de la mesita hay un sofá de color verde chillón al que se le sale el relleno por un agujero de los brazos. Una televisión antigua con la pantalla rayada, y con los cables sueltos está situada en frente, encima de un mueblecito de café pequeño y que visto en una tienda no parecería aguantar el peso del electrodoméstico.
Suspiro y aprieto el puño de la mano derecha mientras miro a la chica del sofá. Tiene los ojos cerrados, y una sonrisilla en los labios, de esas que se te quedan antes de dormir o cuando estás en dimensiones paralelas. El pelo rubio y rizado le cae sobre los hombros hasta la cintura, cubriendo la camiseta blanca de tirantes. Pienso en cuando éramos niños y jugábamos en el jardín de su casa, en el columpio que construyó su padre. Pienso en la niña ricitos de oro y dientes montados para evadirme de la realidad que tengo delante. Suspiro de nuevo.
— Kate.
Ella se limita a abrir el ojo izquierdo y a ladear un poco la cabeza para mirarme. Sonríe un poco más cuando me ve, y se deja caer sobre el brazo del sofá. Está tan delgada que se le marcan todas las costillas. Sus pómulos altos parecen escapar de su cara en contraste con las mejillas y las cuencas de los ojos hundidos.
— Daaaaaaaaave… ¿Qué haces aquí? —Me tiende la mano y se echa a reír.
— Vengo a llevarte a casa. — La cojo la mano y me pongo de cuclillas para que mi cara quede a la misma altura que la suya, y la miro a los ojos. Ella niega con la cabeza y esboza otra sonrisa enseñando el hueco del diente que la falta. —No puedes seguir así. Tienes que volver.
—No digas tonterías. Sabes… —Parece recuperar la consciencia un momento y parece ponerse seria. — Sabes que solo soy feliz con la nieve.
Sacudo la cabeza y noto como se me parte el corazón cuando me suelta la mano y empieza a reír a carcajadas agitando las piernas golpeando el cristal de la mesa, tirando al suelo la tarjeta de crédito, y esparciendo los pequeños restos de polvo blanco. 

domingo, 13 de julio de 2014

La complejidad del lenguaje

A lo largo de la historia el lenguaje ha sido analizado y criticado. Es increible como la gente común hace uso de su propia lengua sin tener la más mínima idea de como utilizarla. Según va pasando el tiempo el mundo va perdiendo la noción de las palabras y, en su afán de simplificación y la creencia de la superioridad intelectual, confunde unas con otras, llegando a dotar algunas de ellas del mismo significado; por ejemplo podríamos poner pares de palabras tales como: conocimiento y sabiduría, listo e inteligente, romántico y galante… Me podría entretener en explicar las diferencias entre unas y otras, pero no estoy aquí para explicar la estupidez humana sino para criticarla.

Otra característica de la lengua que las personas tienden a olvidar es la reciprocidad. Vease la antonimia recíproca y la complementaria, según voy escuchando hablar a la gente parece que en su mente solo cabe la idea de antonimia y dejan a un lado el resto del enunciado. Hablando de moralidad, la semántica de las palabras “bien” y “mal” es perfectamente errónea. Son tomadas como si fueran un antónimo complementario, sin graduación, mientras que su reciprocidad es indiscutible; no puede existir el bien sin el mal y viceversa, ambas se necesitan para existir y se sustentan una en la otra.

Como última característica a tener en cuenta del lenguaje se encuentra la subjetividad. Aquí las ansias de poder y la testarudez humanas hacen estragos. El lenguaje por mucho que sirva para comunicarse unos con otros es claramente subjetivo, dadles a dos personas a leer el mismo texto, este mismo si queréis, y entenderán cosas distintas; no solo por la ideología de cada uno, si no porque una sola palabra puede tener un significado distinto aún dentro de la propia acepción. Siguiendo con el ejemplo clave de este texto: el “bien” y el “mal”; podemos observar que está socialmente aceptado una concepción de “bien” inamovible por los valores cristianos predominantes en la cultura occidental, pero de verdad creen que una persona “mala” cree que lo que hace está mal, yo no lo creo; habrá quien piense que lo “bueno” es lo que decide la mayoría, yo no lo creo. La democracia no existe, ni la moral ni la política, pero eso es otro tema.

Es cierto que la gente es la que hace evolucionar el idioma, pero una cosa es crear y otra destruir, una evolucionar y otra involucionar. Lo triste no es que el idioma se este destruyendo si no que los eruditos señores y señoras de la RAE empiezan a aceptar vulgarismos como palabras y acepciones falsas.


El lenguaje no es complejo; es la simplicidad e ingenuidad de la mente humana la que provoca esa creencia. El lenguaje es una simple metáfora de la realidad.

sábado, 12 de julio de 2014

Antes de después

Se siente como si la oscuridad emanase de ti mismo. La ves, la oyes y la sientes. Mejor dicho, no la ves porque no tienes ojos, no la oyes porque no tienes orejas y no la sientes…porque no estás ahí.

No te late el corazón, no respiras, no piensas, no haces nada. No estás, pero de alguna manera existes. A la gente esto es lo que le da miedo de la muerte, le da miedo esa sensación de existir sin estar, de estar sin existir, de nosaberqué. Les da miedo esa sensación, sin saber que ya la conocen, que la han experimentado antes. Les da miedo sin saber que sus veinte, treinta u ochenta años no son nada comparado con el tiempo que pasaron en ese estado. Les da miedo lo que hay después de la vida, sin saber que ya lo vivieron antes de nacer. 

domingo, 6 de julio de 2014

La voz de la vida

-Tienes que hacerlo.

-No, déjame en paz, no haré nada de lo que tú me digas.

-Sabes que no tienes otra opción, no puedes dejar que me maten.

-¿Por qué no?, ellos dicen que eres el culpable de que haga el mal, de que haya destrozado la vida a toda esa gente.

-No es cierto, es completamente lo contrario, si no fuera por mi habría sido mucho peor. Creen que matándome recobraras el sentido de la realidad, pero no saben que yo soy lo único que te ancla a ella.

Acuclillado en una esquina empezó a negar con la cabeza drásticamente y se tapó los oídos intentando no oír su voz, pero de nada servía.

De repente una figura alta vestida con una bata blanca abrió la celda donde se encontraba.

-Paciente número 0001, trastorno de identidad disociativo, sujeto para las pruebas experimentales con electrodos- leyó.

Acto seguido entraron dos hombres también con vestimentas blancas que le levantaron y le sacaron de la sala a empujones.

Mientras andaba con las manos esposadas esa voz seguía sonando en su cabeza, muecas de dolor se reflejaban en su rostro a cada paso.

-Detente. Cuéntales la verdad.

-¿Qué verdad?

Los acompañantes le miraron con un gesto de infinita repugnancia.

-Lo que pasará cuando me maten.

-Que por fin seré libre de tu yugo, que por fin seré yo mismo- dijo con cara de suficiencia.

-He ahí el verdadero problema.

Le tumbaron en una camilla rodeado de aparatos médicos y artilugios altamente sofisticados. Le colocaron unos electrodos en la cabeza y, ambos, se dispusieron para el final, para una nueva vida.

La descarga comenzó a recorrerle el cerebro y, poco a poco, fue extendiéndose por el resto de su organismo. Su cuerpo, con los ojos cerrados, estaba tendido en la cama, frágil y, aparentemente, sin vida. Las luces se apagaron de improviso.

El silencio se apoderó de la habitación, el viento soplaba entre la sombras y se empezaron a oír golpes, uno tras otro, hasta que cesaron. La luz volvió tan rápido como se había ido, pero el paisaje que ahora se contemplaba era muy distinto, un paisaje bañado en la sangre de los médicos que hace unos instantes permanecían de pie frente al paciente. Era una visión atroz, miembros amputados, las caras de los ya difuntos reflejaban un absoluto pánico, aunque ni siquiera les hubiera dado tiempo de gritar, algunos yacían sin lengua, a otro le habían clavado un bisturí en donde antes se encontraban los ojos y, por supuesto,nuestro amigo ya no se encontraba en aquella sala; la sala… donde le arrebataron su humanidad.


jueves, 3 de julio de 2014

Humanizandonos.

El cielo plomizo se abre sobre mi cabeza. Las gotas de lluvia se estrellan contra la verduzca hierba que voy pisando con los pies descalzos, y el aire fresco, cargado de olor a tierra mojada, me llena los pulmones. No puedo evitar sonreír.
Es una pena que los humanos estemos poco a poco destruyendo esto, sustituyéndolo por gigantes metálicos y grises en los que fingimos ser felices. A veces, hasta nos engañamos a nosotros mismos, creemos que el campo nos hace volver atrás, que necesitamos todas esas cosas que la naturaleza no nos da. Asesinamos, torturamos, robamos, pisoteamos los sentimientos hasta que el mundo acaba siendo un complot de mentiras, sexo y vicios. De momento mantenemos un poco el control, pero dentro de unos años… No sé qué ocurrirá dentro de unos años. Tal vez tengamos que ir con nuestras mascarillas generadoras de oxigeno a museos en los que se conserven los únicos fragmentos de tierra limpia y pura.

Tal vez terminemos de dar la espalda a los sentimientos y dejemos de ser animales para convertirnos finalmente en humanos. 

jueves, 26 de junio de 2014

Arraigando

Ahora os dejo con la secuela de "el experimento", como os prometí.

El experimento (2ª parte)

Me desperté tumbado sobre el suelo frío como el hielo.

Era un ambiente oscuro y empecé a notar poco a poco un dolor punzante recorriendo mi cabeza y mi espina dorsal. El sabor salado de la sangre comenzó a llegar a mi boca ¡MI SANGRE!

¿Qué hago aquí?
¿Por qué sangro?
¿Quién me ha hecho esto?
¿Qué actos son los que han provocado que lo merezca?
Tantas preguntas...

El dolor empezó a agravarse hasta que se volvió insoportable. Era tan fuerte que me hizo agonizar, chillar, retorcerme por el suelo. Parecía una tortura sólo ideada por una mente sádica y tan perversa como la misma esencia del mal.

Divisé una silueta a lo lejos. La ira me impulsó a arrastrarme con las uñas hacia aquella misteriosa figura. Permanecía serena, me contemplaba y parecía complacerle mi situación; esbozaba una terrible y maquiavélica sonrisa. Mi primera reacción fue de rabia, estuve a punto de arrancarme el filo clavado en mi espalda y arremeter contra él, pero pronto me di cuenta de la presencia de otra silueta, la cual se acercaba sinuosamente hacia la primera.

Intenté avisarle, me aferré a su pierna pero no conseguí articular ni una sola palabra, sabía que la muerte estaba cerca. ¿Dónde estaba de lo que todo el mundo hablaba?, ni luz al final del túnel, ni juicio final de un ente superior; solo una oscuridad más densa que la ya reinante, que se apoderaba de mí y me consumía lentamente.

Levanté el brazo y seguidamente me desplomé. Es probable que aquel hombre haya sufrido mi mismo destino, ¿por qué yo?, tan solo intenté salvar a mi asesino.

Esto me hizo reflexionar, aunque de poco me sirve ya.
Los sentimientos benevolentes de las personas son algo extraordinario que se opone ante cualquier adversidad.
El dolor humano provoca dolor a la humanidad, pero para este experimento era neceserio... por el bien de la humanidad... POR EL PROGRESO.

martes, 24 de junio de 2014

Feria del libro 2014

Tras una semana del fin de la feria del libro, y habiendo visitado ayer el parque del retiro (que se ha quedado huérfano sin ella) nos gustaría contaros la experiencia que hemos tenido este año 2014, y que la disfrutéis tanto como lo disfrutamos nosotros.
Para mí, que he pasado más tiempo en la feria que en mi casa, ha sido una experiencia verdaderamente enriquecedora. Los escritores nos acogieron con sonrisas y no tuvieron ningún reparo en pasar tiempo con nosotros (las editores no fueron menos).
El primer día, pese a que estaba muy nerviosa (y gracias a que mi madre le hecho un par de h* y me presento a todo el mundo como ‘‘su hija la escritora’’) hablé con gente como Javier Reverte, Lucia Etxebarria, Pedro Santamaria, T.F Famux, Pilar Eyre o Juan Antonio ysuapellidodelquenuncameacuerdo, y todos pasaron largos ratos contándome sus rutinas y dándome consejos: corregir lo que se escribe, que es mejor la tercera persona, que me apuntase a cursos… Además comencé a hablar con editores y a meter la cabeza en todo este mundillo, para llevarme una grata sorpresa al descubrir lo majo que era todo el mundo.
El segundo día, que fuimos tanto Sempiterno como yo, decidimos echarle más morro y, aprovechando que no había casi gente por ser martes, hablamos sobre todo con editores, y nos llevamos alguna que otra pista de las buenas. Conocimos a dos escritores, Carlos Santiago (majísimo, que me está ayudando mucho vía facebook, y cuyo libro además tiene una temática muy original, Grimonio: las crónicas de Claudia, para el que le interese), y Luis Cellá.
El tercer día y ya, con la confianza de los dos días anteriores y de haber hablado con más de treinta personas (como comprenderéis es imposible resumir todo en esta entrada), conocí a un par más de editoriales y a varios historiadores que me ayudarán con mi última aventura literaria.
En resumen ha sido una feria maravillosa, que a mí personalmente me ha servido, entre otras cosas, para darme cuenta de que esto no es un sueño imposible y que la gente de este sector que ya considero mío es fantástica.
La experiencia de la feria se la recomiendo a cualquiera, el ambiente es maravilloso y sirve para pasar un día maravilloso y entretenido. (Para aquellos escritorcillos como nosotros, ya subiremos alguna entrada con un resumen de todos los consejos).

La feria 2014 puede llevarse un 9 muy merecido de nota.

Fdo: LAlighierina

Recomendamos a todos los aficionados a la escritura que se acerquen los próximos años a la feria y que no tengan miedo de acercarse y hablar con los escritores, decidles vuestras preocupaciones literarias, no os defraudarán y os llevareis consejos y una experiencia muy enriquecedora. Merece la pena, sobre todo si vais con algún amigo que escriba tan bien como LAlighierina.

Saludos.
 Fdo: Sempiterno.

viernes, 20 de junio de 2014

Nada es lo que era.

Las princesas ya no necesitan caballeros anónimos para que las salven. Ellas mismas se ponen la armadura, cogen las armas y se lanzan a matar a los dragones. Los villanos ya no son la encarnación misma del mal. Ya no hay nadie a quien culpar a ciegas de todo. Los personajes simples evolucionan llenos de luces y sombras, y nuestra infancia se desdibuja entre matices grisáceos. El malo no es tan malo. El bueno no es tan bueno. Nada es lo que era.
La sociedad ha cambiado los papeles en dieciséis años, lento como el agua dejando un surco en la piedra. Nada es lo que era.
Blancanieves mata a la reina y la despierta el cazador, Maléfica adora a la Bella Durmiente y la salva de su maldición, y la Bruja del Este solo es mala porque Oz el mago la rompió el corazón.  Los cuentos avanzaron con nosotros, maduraron con nosotros y ahora muestran un mundo que antes no veíamos.
Un mundo más complejo y enrevesado en el que al final…
Nada es lo que era y 

todos son los que nunca fueron. 

miércoles, 18 de junio de 2014

Llama extinta

Hoy la noche esta serena, las estrellas brillan con una luz especial, aquella que solo tú eres capaz de contemplar.

Toda luz del firmamento acompaña tu mirada y, así, el esplendor del día da paso al brillo platino de la noche.

Todo reflejado en ti:
Luz pálida, ilumina al rostro pálido.
Fuego del crepúsculo, enciende su ser.
Ascuas del ocaso, que tu pasión sea la suya.
Cenizas del anochecer, permitidme observar su inmaculado cuerpo, permitidme sentirlo, permitidme abrazarlo... una última vez. 

jueves, 12 de junio de 2014

Olor a platano y violetas.

Lanzo el nuevo mp3 contra la esquina de la mesa y agarro el discman de la estantería. Cojo el primer CD que alcanzo y me tumbo en la cama. La caratula muestra un mono, o un gorila, o algo por el estilo, subido a un poste eléctrico. Le doy al play y una música metálica y estridente comienza a sonar. La batería marca un ritmo lento y monótono, de notas graves, mientras que la guitarra me rompe los tímpanos con notas rápidas y agudas. El humo de la barrita de incienso que arde sobre el escritorio, se extiende por toda la habitación, impregnándola de una fragancia a plátano y violetas. Siento como mi cabeza se embota mientras cierro los ojos, y me sumerjo en un mar de notas de color morado.

El humo me envuelve, me llena los pulmones y me ciega. La habitación se desdibuja a mi alrededor, sumida en una espesa niebla blanquecina. La cama flota sobre el vacio, como mecida por las olas, y el balanceo me hace abrir los ojos mareada. Me levanto, poniendo los pies sobre una superficie fría y resbaladiza como de baldosines de consulta médica, pero que no veo bajo los pequeños dedos de mis pies. Camino por la habitación y me siento como Alicia cayendo por el agujero, la silla rosada estilo vintage de mi cuarto flota pegada a un techo que se resquebraja y mueve, como nubes de pladur. Me guio por el olor a caramelo y avanzo a ciegas hasta la habitación contigua. Parece haberse hecho de noche, de repente, como si una bandada de cuervos hubiese escondido el sol. En medio de la habitación, una mecedora que no recuerdo, se balancea suavemente, chirriando con cada movimiento. Sentada encima hay una muchachita de cabellos dorados, con un vestido sencillo de color negro, de manga larga y que llega hasta sus pies. Me acerco. En el regazo reposa una pequeña cría de león que se lame la pata.
Con cada paso que me acerco, descubro algo que antes no había visto; Puede ser tal vez que no fuese una muchacha tan joven, las arrugas enmarcan sus ojos, y que el pelo que antes parecía dorado, ahora sea plateado. El león baja de un salto al suelo y veo que no es una cría, sino un macho adulto que pasea orgulloso alrededor de su dueña. La luz cambia y ahora su piel parece ir pegada al hueso y demacrarse cada vez más. El orgullo del león desaparece cuando cae al suelo como una simple mata de huesos y polvo. La dueña, ahora convertida en un esqueleto andante, agarra una de las zarpas esqueléticas del león muerto, y la acaricia. Me acerco lo suficiente como para ver las cuencas de sus ojos vacios y oler el caramelo antiguo que sale de su aliento.
Despierto justo cuando la guadaña improvisada me rasga la mejilla.

Entre canción y canción escucho el timbre, me quitó los cascos y oigo como alguien llama insistentemente. Mamá ha debido de salir. Me lanzó escaleras abajo con el discman enganchado a mi cadera y botando con cada paso, y los cascos al cuello enredándose en mi pelo. Grito un <<Ya voy>> y abro la puerta con una sonrisa.
Demasiado tarde para huir.

Ya solo queda el olor a caramelo rancio. 

domingo, 8 de junio de 2014

Volviendo a mis raices

Como la inspiración me está siendo esquiva estos días, he decidido ofreceros, a vosotros, lectores, un pedacito de mi alma, algo muy importante para mi. Os quiero mostrar, en mis dos próximas publicaciones, los primeros relatos que escribí hace ya cinco años.
Los copiaré tal y como los escribí por aquel entonces para que no pierdan nada de su esencia, así que no os espereis una depurada técnica literaria. Espero que os gusten.

El experimento

Se despertó en una habitación tenue. La oscuridad se apoderaba de su mente, al igual que del siniestro lugar en el que se encontraba.

Yo le observaba desde lejos, me complacía ver cómo agonizaba, cómo se retorcía en el suelo por ese insufrible dolor que le consumía, cómo su sangre se derramaba por las paredes y no podía hacer nada para evitarlo.

Se empezó a acercar a mi lentamente arrastrándose con las uñas por la superficie pulida, mientras dejaba un rastro rojizo a sus pies.

Hay que ver lo cobarde que es la mente humana cuando se trata de la supervivencia, cuando está en la línea que separa la vida de la muerte...

Cuando llegó hasta mí pensaba que iba a pedir clemencia, que cesara el dolor que le estaba matando; pero lo que hizo fue aferrarse a mi pierna para incorporarse, de tal manera que pudiera ver su rostro; esos ojos rojos bañados por la sangre, esas uñas resquebrajadas por el esfuerzo, las gotas que caían de su cabeza ocultando la blanca superficie, sentía su aliento entrecortado en mi pierna, resultaba  increible que siguiera con vida.

Solamente hizo un gesto, señaló al infinito, antes de desplomarse sobre mis pies.

Un escalofrío y un pinchazo penetrantes recorrieron mi espalda sumiéndome en una oscuridad que me empezaba a nublar la vista...

miércoles, 4 de junio de 2014

Gajes del oficio.

Se escapan las palabras, trastabillando por el teclado. Los dedos no logran alcanzarlas, y cuando parece que una frase comienza a coger sentido y una imagen bella aparece en el papel, los puntos deciden ponerse en huelga y las comas montar una manifestación, las vocales cogen un día de asuntos propios y las consonantes montan una acampada. Finalmente el microrrelato queda desarmado por completo, y no da ni para escribir un monosílabo de tres letras con las que finalizarlo. Aunque por otra parte, como tampoco hay cómo empezarlo, no es un gran problema. 

domingo, 1 de junio de 2014

Hablemos de filosofía

“Toda buena idea se debe tener al aire libre”-Friedrich Nietzsche
Haciendo caso a esta frase del gran filósofo alemán, antes de escribir mis relatos me aventuro a contemplar el mundo. Cuanto más observo a las personas y las oigo hablar, me voy dando cada vez más cuenta de la infantilización de las mentes humanas, su capacidad de simplificar cosas que poseen más profundidad de la que ellos serán jamás capaces de vislumbrar.

El pensamiento es en gran parte un producto cultural, así que no vamos a culpar a las personas; pobrecitas, no pueden pensar por si mismas. Después de este sarcasmo (puede que innecesario) continuo.
No hay que ser un genio para darse cuenta de que lo más valorado en esta sociedad es, inconscientemente, lo que la propia sociedad quiere que valoremos. No me refiero a paradigmas aparentemente importantes, pero bien pensados insulsos, como la diferencia entre el bien y el mal, lo que viene siendo la ética. Todos esos problemas éticos tienen una solución demasiado sencilla como para perder el tiempo siquiera pensándolos. Yo quiero ir más allá, yo quiero hablar de la filosofía.

La mayoría cree que los grandes filósofos de la historia son grandes genios, que no pueden estar equivocados, o que la ideología que plantean es, cuanto menos, pensable. Y aunque la filosofía sea madre de la ciencia y del pensamiento crítico no se paran a hacer un análisis reflexivo y crítico.

Si analizamos el recorrido histórico de la filosofía vamos viendo como ideas aparentemente simples como la idea del mundo sensible se va trastocando cada vez más desde el mismísimo Platón, perdiendo su carácter útil que, por ejemplo, poseía la filosofía estoica. Así, esa idea del mundo sensible se fue difuminando a lo largo de los siglos, dejando ver la triste y desesperante existencia humana como realmente es, carente de esperanza; de ahí la tendencia del hombre a inventarse mundos imaginarios más allá de la muerte y del poder creciente de las creencias religiosas: hacer vivir el tedio de la vida con una esperanza que jamás podrás comprobar.Es entonces cuando empezó la verdadera decadencia humana.


Con esto lo único que pretendo es hacer un llamamiento a la racionalidad y a la crítica, y como dijo un gran autor: “El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho.”- William Shakespeare.

sábado, 31 de mayo de 2014

Nota informativa

Buena tarde del sábado queridos lectores. En primer lugar agradeceros a todos aquellos que estáis ahí en estos arduos momentos de comienzo. No llegáis a imaginaros la ilusión que nos ha traído este proyecto, y el compartirlo con vosotros.
Bueno, vamos con lo que vamos sin más dilación. Esta entrada es una mera nota informativa para que, en estos días algo caóticos, entendáis como vamos a proceder.
En primer lugar, el tema de las etiquetas: en la columna derecha del blog encontraréis todas aquellas que vayamos incluyendo. Las dos más usadas serán Sempiterno  y LAlighierina, usarlas para separar las entradas por autores. Debido a que este blog se ha convertido (y se convertirá conforme vaya evolucionando) en algo más que un proyecto literario, no podemos evitar tocar esas cuestiones filosóficas que nos abordan de vez en cuando, para ello usaremos la etiqueta Reflexiones. Todos los textos literarios estarán incluidos en la etiqueta Relatos (Por si alguien quiere evitarse todos los quebraderos de cabeza, y evitarse dolores de la misma).
Respecto a la frecuencia con la que os deleitaremos subiendo nuestras magnificas entradas: como no queremos solaparnos debido a los posibles futuros piques de popularidad entre Sempi (a ver qué tal le sienta el nuevo mote que le acabo de poner) y yo, cada tres días tendréis una entrada, con una media de dos por semana; una por cada autor. De vez en cuando os encontraréis alguna que otra entrada extraordinaria, y no por su carácter maravilloso y excepcional, sino porque aparezca en un día que no la corresponda, probablemente sean notas como esta (incluidas en la etiqueta Avisos) que tratarán sobre cosas como nuevas etiquetas, cambios de formato, comentarios, encuentras…y que nos ayudarán a todos con el correcto funcionamiento del blog —Pero quizás si os portáis bien algunas de esas extraordinarias entradas sean regalitos.
Había algo más que quería deciros, pero las Musas del Parnaso han decidido jugar con mi memoria, así que por el momento, me despido hasta mi día correspondiente:

Disfrutad del maravilloso fin de semana, del último día de Mayo, del venidero Junio, y de la vida en general. Un beso a todos.

PD: Informa Sempiterno, solo quería aclarar qué días escribirá cada uno. Hemos acordado que yo me encargaré de los fines de semana y LAlighierina de mitad de la semana (miércoles normalmente). Gracias por confiar en nosotros. Y ya hablaremos del mote maja.

viernes, 30 de mayo de 2014

Calíope

Era una chica con una ambición y dedicación desbordantes. El arte... su obsesión, crecía y crecía cada día; vivía por y para el arte, aquello se convirtió en un vicio malsano, en la razón de su existencia. Necesitaba ideas nuevas, necesitaba ideas originales. Su mente se retorcía en una espiral de belleza y violencia, sus cuadros necesitaban expresar las sensaciones que albergaban sus más profundos pensamientos. Así ideas de sangre se expresaron en sangre. Cada cuerpo daba una obra maestra, por fin podía ver algo de grandeza en lo que hacía. La muerte se volvió bella, la piel lienzo y la sangre inspiración. ¡¡¡¡Pero aquello no bastaba!!!! Su potencial llegaba al máximo, pero no podía dejar de superarse, no dejaría que su obra acabase con algo tópico y sin sentido, eso sería un asesinato demasiado cruel.

Se dispuso a plasmar sus ideas en el lienzo una ultima vez, rodeada de personas cuyas muertes habían dado mas sentido al mundo que sus insulsas vidas, empezó a deslizar el pincel. Acariciando el papel con pinceladas suaves las figuras empezaron a surgir: el pelo enmarañado, los dientes y uñas largos y afilados cubiertos de un rojo familiar. Rodeada por la sombra de la incomprensión cayó frente a la obra de su vida, sus muñecas teñidas del mismo rojo que reinaba en el cuadro eran testigo del sacrificio y la dedicación de Calíope por el arte. El cuadro pintado ese día perdura en mi mente aún hoy, escrito con su propia sangre lo tituló: retrato de una diosa.

A muchos les parecerá macabro, a  muchos otros el nombre de Calíope les causará pavor, para mi es inspiración. Una musa que decidió morir para dejar algo de ella vivo en sus cuadros, haciéndose inmortal. ¿Acaso no es eso el arte?

El valor de las palabras.

Encontrándome en este punto de mi vida, se me da la casualidad de que en lugar de estudiar la geografía del precioso y extenso continente asiático para mi examen de mañana, me pongo a pensar en mis profesoras de lengua y en su insistencia en &lt;&lt;lo emocionante de la sintaxis&gt;&gt; (y es que enfrentándote con un texto de latín sobre el mito de Perseo, te das cuenta de la de conjunciones que se usan y que al final no sabes ni cómo meter en la dichosa traducción…)
 Así que mientras esquivo como puedo los pasos fronterizos, me encuentro divagando mientras miro fijamente las marcas que deja el bolígrafo azul sobre el papel.
Pero… Qué mejor que hacer mí entrada — por la puerta de atrás en este blog ya que llego con un retraso de semanas en el que he hecho de todo menos lo que debía, para desesperación de Sempiterno — dedicándole unas líneas a mis divagaciones nocturnas, y a algo que no solemos apreciar: el uso correcto del idioma.  

Los valores sintácticos y semánticos, esos que estudiamos en el colegio y que pensamos que no valen para nada y que se quedan en meros contenidos de un insulso examen —que solo nos sirve para mejorar o hundir esa maravillosa e inútil media— están presentes en cada uno de los momentos de nuestra vida diaria. Así pues no es lo mismo decir &lt;&lt;Un pobre hombre&gt;&gt; que &lt;&lt;Un hombre pobre&gt;&gt;, refiriéndonos en el primer caso a alguien desgraciado, y en el segundo a alguien con escaso poderío económico.
Habremos escuchado alguna vez eso de que una coma puede mantener una cabeza unida al cuello, cuando nuestros profesores de la maravillosa, increíble, especial,  fantástica y emocionante —…de verdad que lo digo sin acritud ninguna…— asignatura llamada lengua con sus apartados de análisis sintáctico,  nos contaban la historia de la coma salvavidas.  Una rayita en el papel nos puede separar del canibalismo, si cuando llamamos a nuestros retoños los domingos a las dos, decimos &lt;&lt;vamos a comer, niños&gt;&gt;, mientras que es fácil volverse un Hannibal Lecter en potencia si omitimos ese pequeño signo ortográfico. Podemos llamar a la diosa Fortuna y aclamar su benevolencia cuando hacemos esas frases en condicional o podemos tentar a las Parcas hablando de &lt;&lt;el sino&gt;&gt; de nuestra vida. Podemos darle la vuelta al mundo, expresando consecuencias como causas y viceversa, si nos zambullimos en una oración subordinada adverbial causal explicativa lógica (y su denominación, más complicada que escribir Schwarzenegger sin buscarlo en Google) diciendo eso de &lt;&lt;Llueve, porque la gente lleva paraguas&gt;&gt;.
Viviendo en la era de los 140 caracteres, a veces resulta una tarea compleja recordar la importancia de estas cosas —aunque se nos lleven los demonios cuando al escribir un twet nos pone eso de -1, y maldecimos los nueve infiernos por no encontrar algún sinónimo más corto. — Con el whatsapp y los teclados táctiles, muchas veces, por no decir todas como en mi caso, nos olvidamos de esas cositas que estudiamos en primaria llamadas tildes. Nos divorciamos de ¿ y de ¡, ahora convertidos en los marginados de la clase, y para algunos el punto y coma ha acabado de adorno en el teclado.  Por supuesto todavía queda esa gente a la que admiro y adoro, que no comete ningún fallo nunca y que escribe de manual.
Con esto realmente no pretendo decir nada. Absolutamente nada.  
Tal vez hacer un homenaje a un tesoro que las arenas del tiempo, parecen estar convirtiendo en leyenda:




 

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